Los pobladores de Punta Mita fueron grupos de concheros que
tuvieron intercambio comercial desde Ecuador hasta Nuevo México, de donde
traían la turquesa.
Estamos en un rincón de Nayarit, que hasta hace pocos años
fue paraíso casi exclusivo de turistas extranjeros y mexicanos cuyo hobby
deportivo es el surfing. Las largas playas de mar abierto, con grandes olas de
temporada que quiebran en la distancia, invitan a lossurfersa pasar unos días,
y hasta semanas, en una región de nuestro México que no hace mucho se mantenía
prácticamente virgen, apartada del progreso.
Las cosas han cambiado, Punta Mita es ya un pueblo que
tiende a crecer y a desarrollarse turísticamente. El crecimiento masivo de
Puerto Vallarta derivó en la búsqueda de nuevos parajes que resultaran más
tranquilos y menos aglomerados al visitante, y ahí los encontraron, a escasos
50 km al norte del popular puerto. Se construyó una carretera, se ha fraccionado
una unidad habitacional, se empiezan a proyectar hoteles, se han abierto nuevos
restaurantes y tiendas, más gente ha llegado en busca de trabajo y hasta se ha
planeado el desarrollo de ranchos recreativos de alto nivel.
Han quedado atrás los años en que un camino terregoso nos
llevaba a paso lento a Punta Mita, donde había un par de rústicos marisco
fresco a precios bajos, las playas estaban semidesiertas y sólo se veían las
lanchas de los pescadores ysurfersocasionales toreaban las olas en sus tablas,
años en que había que acampar junto al mar; a falta de otra opción para pasar
la noche. Son recuerdos casi perdidos de lo que a muchos nos tocó vivir.
A pesar de los cambios, hoy existen mejores condiciones de
vida para los habitantes, servicios de luz, teléfono, transporte y agua
potable, escuelas, etcétera, además de un grupo de arqueólogos que llegó con la
misión de explorar y rescatar la historia de un lugar que en el pasado fue
importante dada su ubicación geográfica.
Con el aval del centro regional delINAHen Nayarit, una
compañía constructora contrató a cinco arqueólogos y 16 peones que se hicieron
cargo de todos los trabajos de rescate, reconstrucción y registro. Al frente
del proyecto estuvo el arqueólogo José Beltrán, quien antes de dar inicio
formal a las labores hizo varios recorridos de superficie para delimitar los
contextos y las áreas a explorar. Debido a los rumores de saqueo y destrucción
en una loma que debió haber sido sitio ceremonial, se decidió abrir en ella el
primer frente.
El sitio conocido como la loma de la Mina fue reticulado y
dividido en varias unidades y cada arqueólogo se hizo cargo de una o varias de
ellas. Por ejemplo, encontramos que la unidad Sur 1-oeste 1, supervisada por la
arqueóloga Lourdes González, apareció en un templo o pequeña plataforma con
marcados signos de saqueo, tanto en sus cuatro esquinas como en el centro de la
estructura.
En el complejo Sur, a cargo del arqueólogo Óscar Basante,
apareció una plataforma completa formando un núcleo. Ahí sólo se encontraron
una parte de brasero y pedacería de cerámica, y es l sección más destruida,
porque las máquinas removieron gran parte de los materiales cuando sacaron
tierra para apisonar el trazado de la carretera y el de un futuro campo de
golf. Este lugar fue considerado prioritario pues se trató de reconstruir la
plataforma lo antes posible, ya que el campo de golf parecía avanzar más de
prisa.
En la unidad Norte 6-Este 1 se observan los logros obtenidos
en poco tiempo. El templo, reconstruido parcialmente, muestra tres pisos que
corresponden a tres etapas distintas, la última recubierta con piedras. En él
trabajaron las arqueólogas Martha Michelman, en dibujo, y Eugenia Barrios en
excavación, quien rescató una ofrenda que apareció en los cuadros 57-58. Dicha
ofrenda consta de conchas fragmentadas y apiladas viendo al oriente,
seguramente en representación de una deidad del agua. La ofrenda, perteneciente
a la segunda etapa constructiva, estaba bajo una roca semiplana ya fragmentada.
Junto a una tercera roca, a escasos centímetros al norte, aparecieron otros dos
fragmentos de concha que en un principio se pensó llevaría a una continuidad de
la ofrenda misma, pero luego de remover esa roca no se halló tal continuidad.
Mientras estos trabajos se realizaban a pasos acelerados,
Beltrán se dedicó a recorrer 25 km de playas para detectar nuevos contextos,
registrarlos y darles prioridad y así calcular el tiempo de excavación. Como
por ejemplo el de Punta Pontoque, que se abrió como segundo frente, en el
rancho 16 -propiedad privada que pronto había de fraccionarse.- En la loma 3
(caminando del mar hacia el norte), al efectuar el recorrido de superficie se
detectaron dos contextos: uno de concheros y otro con patrón de asentamiento.
En el primer contexto se hizo un trazo de 5 km2 con ubicación norte y se empezó
la reticulación.
Igual que Beltrán, Basante dedicó parte de su tiempo a
recorrer otros sitios que los lugareños mencionaban con insistencia como, por
ejemplo, los alrededores de la cueva del Guano o el cerro Careyeros, donde en
el frente sur se encontraron cuencos esféricos, cónicos, troncocónicos y aun
cilíndricos, los cuales posiblemente servían para captar el agua de la primera
lluvia que, luego, tendría un uso ceremonial.
Se detectaron varios lugares donde es necesario explorar,
igual que ciertas áreas que revelaron algún tipo de presencia humana, como es
el caso de Playa Negra (cerca de la cueva del Guano), donde pudimos fotografiar
una gran roca con ocho cuencos tallados en circunferencia. Uno de ellos apunta
hacia el norte y el resto aparece al centro de la roca, lo que parece indicar
una representación astronómica de alguna constelación.
Se encontraron también sitios con estructuras piramidales en
Higuera Blanca, un poblado a menos de 10 km al oriente, que fue contemporáneo
de Punta Mita en su época de esplendor y, además, indicios de ocupación en las
islas Marietas, a pocos kilómetros de la Punta.
Las evidencias descubiertas hasta ahora en Punta Mita
indican que perteneció al Epiclásico, o Posclásico temprano, entre los años 900
y 1200, continuando la ocupación hasta la Conquista. La cerámica muestra mucha
semejanza con la tolteca de Aztatlán, cultura de occidente cuya capital se
encontraba al norte del estado de Nayarit.